Abordar la violencia de género desde las empresas es un asunto de relevancia destacada que debe plantearse desde la igualdad laboral. Cada 25 de noviembre se conmemora el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer y hoy queremos acercarnos a él desde la perspectiva de cómo abordar la violencia de género en las empresas.
El 25N es un día reconocido por las Naciones Unidas desde 1999, aunque su inicio fue en 1981 en Latinoamérica. Se acuñó esta fecha en honor a las tres hermanas dominicanas, Minerva, Patria y María Teresa Mirabal, asesinadas el 25 de noviembre de 1960 por orden del dictador Rafael Leónidas Trujillo. El 25N es una fecha para reflexionar y sensibilizar y expresar el rechazo total y absoluto por todo tipo de violencia contra las mujeres. La Xunta de Galicia considera que, “como manifestación extrema de desigualdad, la violencia de género es un problema público y social de primera magnitud, ya que representa un ataque al derecho a la vida, a la integridad física, a la libertad y a la no discriminación, todos ellos valores irrenunciables que proclama nuestra Constitución y nuestro Estatuto.”, tal y como se refleja en una de las declaraciones institucionales más recientes en relación a este día.
Cuando existe violencia contra las mujeres traspasa todas las barreras existentes, desde la vida personal y familiar hasta la vida social y profesional. Es en este último apartado el que trataremos con detenimiento, con el fin de dotar de herramientas a las entidades para abordar la violencia de género desde su interior.
Inclusión social, violencia de género y empleabilidad
Es innegable que las desigualdades existentes en la población afectan en el acceso a un mercado laboral de calidad. Las desigualdades más habituales son aquellas como pertenecer a colectivos como los de inmigrantes, jóvenes, personas en desempleo de larga duración y mayores de 45 años. Si además le sumamos ser mujer y haber sido víctima de violencia de género la desigualdad se agrava proporcionalmente, produciéndose una situación de mayor vulnerabilidad laboral. Por ejemplo, una persona en paro mayor de 45 años tendrá aún más riesgo de entrar en un empleo de baja calidad si es mujer. Si le sumanos que es o ha sido víctima de violencia de género, la situación se agrava todavía más.
Además, en estos casos las mujeres pueden tener carencias en la formación que constituyen una gran barrera de entrada para beneficiarse del mercado laboral estable. Bajo esta perspectiva, es necesario poner en marcha en las empresas estrategias de inclusión social con perspectiva de género “especialmente dirigidas a mujeres que permitan romper el círculo de la vulnerabilidad, promoviendo la inclusión social a través del empleo digno y estable, y en este punto, el papel de las empresas y la implementación de criterios de RSE vinculados a mejorar la empleabilidad de las mismas, resulta esencial para garantizar su integración social y laboral.” tal y como indica el documento Igualdad y RSE. Guía para Pymes de Forética y la Secretaría de Estado de Igualdad.
Buenas prácticas en las empresas para prevenir y abordar la violencia de género
La violencia de género es una lacra que debe ser abordada desde todas las perspectivas posibles: estamentos públicos, educación, medios de comunicación, hogares… Y sin lugar a dudas, desde las empresas, ya que constituyen espacios fundamentales en el día a día de las personas trabajadoras. La prevención de la violencia contra las mujeres es un deber ético y un compromiso con la construcción de una sociedad más justa e igualitaria. Es por ello que a continuación desgranamos algunas otras actuaciones que se pueden realizar desde las empresas:
1. Promover políticas laborales relativas a la violencia contra las mujeres
Las consecuencias para las víctimas de la violencia de género impactan en sus hogares, en su vida social y también en la vida profesional. Es por ello, que cada vez es más necesario que se realicen medidas de prevención activas contra la violencia hacia las mujeres en las empresas. Para ello se deben seguir los siguientes pasos: planificación, implicación, compromiso firme y establecimiento de mecanismos de reclamación internos.
2. Detección y abordaje de la violencia de género
Las mujeres que sufren o han sufrido violencia de género no se sienten cómodas o no tienen oportunidad de revelar su situación a sus personas superiores o al resto de compañeras y compañeros de trabajo. Las estadísticas son muy claras al respecto y de media las mujeres víctimas de violencia de género tardan 8 años y 8 meses en verbalizar su situación ante organismos oficiales según indica el Estudio sobre el tiempo que tardan las mujeres víctimas de violencia de género en verbalizar su situación de la Delegación del Gobierno para la Violencia de Género. Si además, le sumamos el entorno profesional, este tiempo puede verse incrementado y debe ser respetado.
Los programas de formación sobre los efectos y las consecuencias de la violencia en el ámbito laboral deberían implicar a todas las personas trabajadoras, incluidos las responsables de supervisión y dirección. Todo el personal debería al menos conocer algunos consejos útiles para responder ante una situación de violencia de género, fuera o dentro del entorno laboral.
Además, se deberá generar un entorno de confianza, un protocolo estándar de identificación y apoyo a las víctimas de violencia de género incorporado a la política de contratación de personal y remitir a las víctimas a programas oficiales.
3. Garantizar el respeto y la discreción
La discreción, el consentimiento y la confidencialidad deben ser primordiales y solo el personal de referencia en la empresa debe ser el medio para acceder a la ayuda externa para las víctimas. Se pueden establecer mecanismos de escucha, de información y de apoyo a las mujeres víctimas de violencia de género.
Sería interesante abordarlo desde la visión de la implantación de políticas como las siguientes: permisos de baja laboral especial y reincorporación laboral, establecimiento de espacios seguros en el trabajo, flexibilidad laboral y oferta de nuevos puestos de trabajo. Estas medidas serán muy pertinentes, sobre todo si la violencia de género se produce dentro del entorno laboral.
Estas buenas prácticas se han tomado de la Guía práctica para el abordaje de la violencia de género en la empresa del Proyecto “Implicación de las Empresas en la Lucha contra la Violencia de Género” (CARVE), un recurso muy interesante para abordar la violencia de género en las entidades. Además, las mujeres víctimas de violencia de género tienen derechos laborales, de seguridad social y ayudas específicas para fomentar el empleo. Cabe citar también que el acoso sexual es una forma más de violencia de género.