A lo largo de los años en la web de aigualdadelaboral.gal se ha consolidado un catálogo permanente de términos relacionados con la igualdad laboral. El espacio web cuenta con una sección específica, de conceptos básicos, que se ha ido ampliando a lo largo de los meses con artículos específicos para dotar de mayor dinamismo y conocimientos a la web de igualdad promovida por la Secretaría Xeral de Emprego e Relacións Laborais de la Consellería de Emprego, Comercio e Emigración. En entradas anteriores (conceptos de igualdad I, II, III, IV, V y VI) se trataron desde los principios básicos hasta las aplicaciones prácticas en las empresas de los principios de igualdad entre mujeres y hombres. Entre los términos analizados se destacan el tokenismo, la segregación ocupacional, la estandarización de salarios, la buena fe ocupación o el hepeating. El presente artículo aborda dos conceptos de uso frecuente entre la terminología de la igualdad laboral: los sesgos y la brecha.
¿Qué son los sesgos en la igualdad de género?
Muchos de los obstáculos que se encuentran las mujeres en las empresas no son visibles a simple vista, sino que se manifiestan en forma de sesgos. En el entorno profesional, además de las desigualdades estructurales, existen prejuicios automáticos que influyen en cómo percibimos, evaluamos y tratamos a las personas. A menudo son inconscientes, pero tienen efectos muy reales sobre las oportunidades de crecimiento y desarrollo de las mujeres en el trabajo. Existen infinidad de ejemplos de los sesgos inconscientes relacionados con la igualdad, por ejemplo: valorar más la seguridad o firmeza de un hombre que la de una mujer, aunque tengan el mismo estilo de comunicación; decir que un hombre es “decidido” y una mujer “mandona”; asumir que una mujer con hijos estará menos disponible o comprometida con su carrera; pensar que una mujer joven “no tiene suficiente experiencia” aunque cumpla los requisitos o suponer que las mujeres son más aptas para tareas de apoyo, coordinación o cuidado de equipo y los hombres para puestos técnicos o estratégicos.

A continuación describimos algunos de ellos:
- Sesgos inconscientes: son un conjunto de creencias o estereotipos que operan sin que nos demos cuenta en los diferentes entornos en los que actuamos. Las personas pueden tener sesgos inconscientes relacionados con el sexo, la raza, la edad… En el entorno laboral, estos sesgos influyen en procesos como la contratación, la asignación de proyectos o la promoción interna. Por ejemplo, asumir que un hombre será mejor líder “por naturaleza” o que una mujer será más adecuada para puestos de cuidado o apoyo, son sesgos inconscientes de género.
- Sesgo de maternidad: es la discriminación hacia las mujeres por el hecho de que puedan ser madres o de que lo sean. Este sesgo se materializa en cuestiones como que las mujeres jóvenes ya no estarán disponibles para el trabajo o que tendrán menos compromiso con la empresa. Este tipo de pensamientos están relacionados con ideas preconcebidas de la maternidad que no se pueden asociar a un género específico. El sesgo de maternidad con las mujeres limita sus oportunidades de ascenso y perpetúa la brecha de género.
- Sesgo de afinidad: sucede cuando tendemos a favorecer a quienes se parecen a nosotros en género, edad, intereses o trayectorias. En el entorno laboral, esto significa que quienes toman decisiones suelen elegir, promover o escuchar más a las personas con las que se identifican, dejando fuera a quienes son diferentes, lo que impacta directamente en la diversidad y en la igualdad de oportunidades. En concreto en relación al sesgo de afinidad de género puede suceder cuando en un entorno empresarial se promocionan hombres, porque son las personas que están más presentes en las reuniones, en las comidas de trabajo o en los eventos extraordinarios fuera de la jornada laboral. Atajar estas desigualdades ayudará a eliminar los sesgos de afinidad de género.

¿A qué nos referimos al hablar de brecha?
Cuando hablamos de igualdad en el ámbito laboral, uno de los términos más repetidos es el de brecha, que es una diferencia persistente entre mujeres y hombres que refleja desigualdad de oportunidades, recursos o reconocimiento. Estas diferencias son fruto de estructuras sociales, culturales y organizativas que se han mantenido en el tiempo.
En los siguientes puntos se describen algunas de ellas:
- Brecha salarial de género. A pesar de que se ha hablado en muchas ocasiones sobre ella, por su importancia se destaca que es la diferencia promedio de ingresos entre mujeres y hombres. Puede deberse a múltiples factores: la concentración de mujeres en sectores peor pagados, la dificultad de acceso a puestos de responsabilidad o la menor valoración de trabajos tradicionalmente feminizados.
- Brecha de cuidados. Se refiere a la desigual distribución de las tareas de cuidado ya que la mayor parte de este trabajo, muchas veces no remunerado, recae sobre las mujeres. Esto limita sus oportunidades de formación, su participación en el mercado laboral y su disponibilidad para asumir puestos de mayor responsabilidad.
- Brecha de liderazgo. Aunque cada vez hay más mujeres igual de preparadas y con experiencia que los hombres, su presencia en los niveles más altos de la dirección sigue siendo escasa. El conocido “techo de cristal” y los sesgos de género dificultan que accedan a los espacios donde se toman decisiones estratégicas.
El análisis de los sesgos y las brechas de género resulta esencial. Los sesgos constituyen barreras invisibles que influyen en los procesos laborales limitando el acceso de las mujeres a las mismas oportunidades que los hombres. Para ampliar la información sobre sesgos inconscientes se puede leer la Guía básica de sesgos inconscientes de la Fundación Adecco. Por su parte, las brechas evidencian desigualdades estructurales que persisten en las organizaciones y, en concreto, en los asuntos relacionados con las mujeres en el empleo. La identificación y visibilización permite impulsar políticas públicas y estrategias empresariales orientadas a la eliminación de sesgos y brechas, garantizando entornos de trabajo basados en los principios de igualdad de oportunidades entre mujeres y hombres.