La llegada del Covid-19 a nuestro país a principios de 2020, aceleró la llegada de la digitalización y del trabajo remoto a nuestras vidas. Tras cinco años de cambios en la legislación laboral y en los acuerdos empresariales, algo que parecía una solución temporal dada la situación socio-sanitaria operativa, es ahora una de las modalidades laborales utilizadas por organizaciones de diversas características a nivel global.
Según el informe Teletrabajo 2024 elaborado por el Observatorio Nacional de Tecnología y Sociedad del Ministerio para la Trasformación Digital y de la Función Pública, a nivel europeo, España sitúa su incidencia en teletrabajo por debajo de la media de la Unión Europea con un 14,3% frente al 22,1% de media en la Unión. En el primer trimestre de 2024 teletrabajaban en España el 14,4% de la población ocupada, un punto por encima que en el mismo trimestre del año anterior. De ese porcentaje, la mayoría son mujeres que acumulan el 14,8% del trabajo a distancia frente al 14% en los hombres.
En Galicia, el 34,1% de las empresas de 10 o más personas empleadas permite el teletrabajo, lo que la sitúa en el quinto puesto entre las Comunidades Autónomas. También está entre las que más realiza reuniones remotas con un 57,9%. Los datos corresponden a la encuesta sobre El uso de las TIC y del Comercio electrónico en las empresas 2023/2024 publicada en 2024 por el Instituto Nacional de Estadística.
¿Qué impacto positivo genera el teletrabajo?
Los beneficios asociados al teletrabajo son múltiples y repercuten de forma transversal en el plano empresarial y en la vida personal de las personas trabajadoras:
- Beneficios empresariales: reducción de costes operativos (oficinas, suministros…), menor absentismo laboral, atracción y retención de talento global, mejora de la huella de carbono y el compromiso con la sostenibilidad (se evitan desplazamientos y consumo de recursos en la oficina).
- Beneficios para las personas trabajadoras: mayor disponibilidad horaria y ahorro económico al evitar desplazamientos, mayor flexibilidad horaria y de localización, facilidades en la conciliación de la vida personal, familiar y laboral, reducción del estrés.

¿Puede el teletrabajo provocar nuevas desigualdades en el contexto laboral?
Pese a que el teletrabajo puede tener un impacto positivo en el ámbito laboral, también genera riesgos y desigualdades que se ven acentuadas en el caso de las mujeres trabajadoras. Trabajar desde la comodidad de nuestros hogares suena prometedor siempre y cuando estos sean espacios seguros y libres de peligros. A continuación recogemos una serie de riesgos y desigualdades por razón de sexo y género motivadas por el trabajo en remoto:
- Hay menos mujeres trabajadoras en los sectores que lideran el teletrabajo: según el informe El mercado de trabajo de las ocupaciones STEM en España 2024 elaborado por el Observatorio de las ocupaciones del Servicio Público de Empleo Estatal, en el 4º trimestre de 2023, la cifra de personas ocupadas en ocupaciones consideradas STEM era de 1.750.700, de las cuales el 72,75 % fueron varones y el 27,25 % mujeres. Las mujeres que estudian grados universitarios STEM solo alcanzan el 34,85 % y en la FP STEM oscila entre el 8,80 % y el 14,89 % en función de si son grados medios o superiores. El ámbito de las TIC y de la digitalización es uno de los sectores de mayor crecimiento en la última década, a su vez, es una industria que lidera el desarrollo económico a nivel global, ofreciendo salarios y beneficios sociales altamente competitivos. Si atendemos a los datos del SEPE, identificamos una desigualdad manifiesta entre mujeres y hombres en torno a oportunidades laborales y de promoción en ocupaciones STEM, lo que a su vez acentúa la brecha salarial por razón de género en el teletrabajo.
- La doble jornada se acentúa: si esta ya es una desigualdad para todas aquellas mujeres que acuden físicamente a su lugar de trabajo, esta situación se agudiza cuando trabajan desde casa. El tiempo que antes se invertía en los desplazamientos a la oficina a menudo se termina destinando a las responsabilidades familiares o las tareas domésticas, lo que provoca una sobrecarga de trabajo. Esta carga adicional puede llevar al agotamiento emocional, estrés o fatiga, debido a la dificultad de delimitar de manera clara la esfera laboral de la vida personal.
- Riesgos psicosociales: como el tecnoestrés, el aislamiento o la falta de oportunidades de formación o ascenso, son más habituales en las mujeres y se pueden ver acentuados al trabajar desde el hogar cuando el teletrabajo no se gestiona de forma adecuada por parte de la empresa. El constante uso de tecnologías y la presión por estar siempre disponibles, puede llevar a una sobrecarga mental. Las mujeres que teletrabajan ven más limitadas sus oportunidades de colaboración, networking, participación en programas de formación o en procesos de promoción dentro de la empresa. Todos estos factores contribuyen a una sensación de soledad, agotamiento mental y desconexión del entorno laboral que puede impactar de forma directa el desarrollo laboral de la persona implicada, así como a su salud mental y física.
- Discriminación y acoso laboral por razón de sexo o género en línea: el ciberacoso, tiene un impacto directo en la vida de las mujeres que sufren acoso laboral a través de medios y plataformas digitales. Este tipo de acoso o discriminación se manifiesta a través de comentarios sexistas o despectivos, mensajes no solicitados con contenido sexual, difamación en línea, exclusión, discriminación digital o violación de la privacidad digital. El aislamiento digital y ambiental, así como las barreras digitales pueden dificultar que las mujeres denuncien ante la empresa estas actitudes nocivas que tienen un impacto psicológico negativo significativo con cuadros depresivos, estrés, ansiedad, trastornos del sueño o fatiga emocional entre otros.
- Riesgo para mujeres víctimas de violencia de género: para aquellas mujeres que conviven con su agresor en un mismo domicilio, los riesgos vinculados al teletrabajo se incrementan. La exposición continua al agresor, combinada con el aislamiento social en el trabajo genera una situación de riesgo y peligro constante, tiene un impacto directo en la vida de la víctima, afectando a medio y largo plazo su bienestar e integridad física.

El teletrabajo, oportunidad para conseguir la igualdad de oportunidades entre mujeres y hombres
El teletrabajo ha llegado para quedarse y las empresas han de poner especial atención en el proceso de adaptación. Las organizaciones tienen una serie de obligaciones legislativas destinadas a garantizar la igualdad de trato y la no discriminación entre mujeres y hombres en el ámbito laboral. Atendiendo a esta legislación, algunas acciones recomendadas serían:
- Garantizar el derecho a la desconexión digital.
- Asegurar que la gestión de las personas que teletrabajan se incluya en la PRL.
- Elaborar un acuerdo de teletrabajo.
- Instaurar medidas preventivas específicas en materia de riesgos psicosociales vinculados al teletrabajo.
- Promover la igualdad de oportunidades en torno a la formación y a los procesos de promoción, con especial atención al personal que teletrabaja.
- Fomentar la conciliación de la vida personal y laboral (horarios flexibles, permisos de cuidado…).
Estas medidas, favorecen que el teletrabajo se presente como una oportunidad para contribuir a la igualdad de oportunidades entre mujeres y hombres e impulsan un nuevo modelo laboral con un importante potencial, por su flexibilidad, sus oportunidades de conciliación y adaptabilidad a las necesidades de cada persona. Esto propicia la consolidación de entornos laborales más equitativos y saludables para todas las personas trabajadoras.