Figuras relevantes en la igualdad laboral: Soledad Becerril, la primera Defensora del Pueblo

Retomamos la sección dedicada a Figuras relevantes en la igualdad laboral, cuyo objetivo es visibilizar la labor de personas que han logrado hitos importantes en este ámbito. En esta ocasión, nos centramos en la figura de Soledad Becerril, primera mujer en ocupar una cartera ministerial desde la Segunda República, primera mujer en convertirse en alcaldesa de Sevilla y primera mujer en ostentar el cargo de Defensora del Pueblo. Se  destaca su trabajo porque ha sido una figura influyente y destacada en la lucha por los derechos de las mujeres y por la justicia social en nuestro país.

¿Quién es Soledad Becerril?

Soledad Becerril nació en Sevilla en 1944 y, desde muy joven, se involucró en política y en la defensa de los derechos humanos. Se licenció en Filosofía y Letras por la Universidad Complutense de Madrid, se especializó en Filología Inglesa y amplió sus estudios en la Universidad de Columbia (Estados Unidos). A lo largo de su trayectoria, ha ejercido como profesora en distintos centros universitarios de Madrid y Sevilla.

Fundó en Sevilla la revista de información andaluza La Ilustración Regional, de la que fue consejera delegada. En 1974, ingresó en la Federación de Partidos Demócratas y Liberales, incorporándose después en el Partido Demócrata de Andalucía, que se integró en la Unión de Centro Democrático (UCD). En 1977, fue elegida diputada en las elecciones generales por UCD y, en 1981, fue nombrada Ministra de Cultura por Leopoldo Calvo-Sotelo, siendo la primera mujer que accedía al Consejo de Ministros desde la Segunda República. Permaneció en este cargo apenas un año, hasta la llegada al gobierno de Felipe González en diciembre de 1982.

Fue diputada en las Cortes españolas durante seis legislaturas y formó parte de la ponencia encargada de redactar el Estatuto de Autonomía de Andalucía. En 1995, fue elegida alcaldesa de Sevilla, puesto que ostentó hasta 1999. Ha sido la única mujer hasta la fecha en ocupar este cargo. Entre 2000 y 2004, ocupó la Vicepresidencia Tercera del Congreso de los Diputados y, en 2012, se convirtió en la primera mujer en ser designada Defensora del Pueblo de España, nombramiento al que renunció en 2017.​ Durante ese tiempo, mantuvo un compromiso firme con la defensa de los derechos y las libertades de la ciudadanía y logró reducir el tiempo medio de respuesta de la oficina a las reclamaciones interpuestas por los ciudadanos y ciudadanas.

Soledad Becerril ha recibido diversas condecoraciones, entre otras, la Gran Cruz de Carlos III, la Medalla de Andalucía, la Medalla de la Ciudad de Sevilla y la Gran Cruz de San Raimundo de Peñafort.

¿Por qué es tan importante su contribución a la igualdad laboral?

Además de su labor política, Soledad Becerril ha sido una defensora incansable de la igualdad de género, trabajando para visibilizar el papel de la mujer en la sociedad. Cuando estas apenas ocupaban los márgenes de la esfera política, logró ostentar cargos que no habían sido ocupados antes por mujeres, convirtiéndose en una de las pioneras  que consiguieron que los congresos, parlamentos y asambleas iniciasen el camino hacia la paridad.

Acceder a puestos de responsabilidad sigue siendo una tarea más complicada para las mujeres, pero, con su labor en la primera línea política, Soledad Becerril se ha convertido en una de las grandes referentes de la política española que rompió los techos de cristal dentro de la administración gubernamental.

A lo largo de su trayectoria, ha abogado por la protección de los derechos de las mujeres y la eliminación de la discriminación de género en todas sus formas. Su labor ha contribuido significativamente a avanzar en la igualdad entre hombres y mujeres. Sin embargo, pese a los hitos alcanzados, sigue insistiendo en que la gran asignatura pendiente para lograr la igualdad efectiva entre mujeres y hombres es la conciliación de la ambición profesional con la vida personal y familiar.

Su ejemplo ha inspirado a muchas mujeres a seguir luchando por sus derechos y a ocupar espacios de poder y liderazgo en la política.